Saga de la Oscuridad. Mi primer libro.





          IMPRECISO




                                Sinopsis


Desafiado y castigado.


El oscuro y ahora más enervante Thor quiere vengarse y cumplir lo antes posible su trabajo. Así volver a Irbir. A su hogar.
Pero es difícil cuando se cruza con la pequeña y llena de energía Larixi antes de darse cuenta de cuatro cosas.
Uno,  es que ella es el trabajo.
Dos, puede que tenga que hacerle mas daño de lo que en realidad desearía ahora que la ha conocido.
Tres, aparentemente, los únicos dos propósitos por los que está en esta ciudad, se centran en esa exasperante y bocona chica.
Cuarta y última.
Si se enamora, olvidará porqué esta aquí.









Prologo


                                Capitulo cero.


Vladimir Jostt se preocupó de mantener la vista en los inversionistas con los que pretendía tener una conversación.
Lentamente iban yéndose. Lo que él quería era que volaran, desaparecieran. Los negocios ya habían acabado, estaban en el vestíbulo y no entendía qué maldita cosa impedía a los hombres irse.
Tenía la irritante sensación de estar atado a un fajo de almizcle y canela. El olor que tanto caracterizaba a los suyos comenzaba a picar en su nariz. Estaba impregnando toda la antesala y estaba seguro de que hasta los humanos podían capar la esencia y asociarla a un incienso.
Algo iba a suceder. En grande. Y no era bueno.
La presencia de otros como él se hizo mas evidente al intensificar su fragancia,
así como el ansia de estar en su suite. Junto a Kenya.
Había demasiada energía virulenta y no solo en el parador. La ciudad completa parecía sobrecargada y a punto de estallar.
Así que como mínimo debía estar de camino al piso donde le esperaba la mujer, en cambio estaba de pie fingiendo que no estaba cabreado, a punto de coger una migraña y que su sonrisa era autentica.


-          mierda – susurró.

Cuando el último hombre desapareció de su vista tenía la total convicción de que si salía de esto botaría los negocios en los que se había metido.
El hotel se estremeció y las personas comenzaron a moverse sin dirección definida.
Las luces del edificio parpadearon.
 Estaba sola.  Su primer pensamiento fue seguido por la imagen de la chica. Veinte pisos sobre su cabeza, el mundo retumbando, y Kenya sola.
Algo de la idea de que ella pasara por este momento lejos de él y sin ninguno de los moros ni remotamente a su alcance le paralizó el corazón.
Era un bastardo como todos los demás. ¿Cómo iba ella a confiar en él?. Una mujer como Kenya no debería estar sola en un momento así. Maldición. Nunca debería estar sola.
Nuevamente el Querclasis se meció. Más agresivamente. El hotel dio la impresión de no estar hecho para la resistencia de un sismo. Las luces cada vez parpadeaban menos, porque comenzaron a apagarse a medida que la ondulación se intensificaba.
Dejando a la deriva a cada individuo.
El pecho de Vladimir Jostt vibró ante la efervescencia de su desagrado. Estaba gruñendo. Caminando a oscuras. Desorientado y odiando con toda su alma que la rabia de uno de esos seres  tuviera que haber desatado justamente en Thares.
Rezó por que se acabara pronto. De otra manera, lo que terminaría sería la existencia de la ciudad.
                                       

                              
                                                   Capitulo I


Cada lámpara u objeto de vidrio estalló dejando tras de si un lamentable y siempre peligroso desparramo de cristales. La oscuridad se cerró en el cuarto.

La niña que estaba junto al lecho cerró los ojos sintiendo sus brazos cortados y cómo el viento que había quedado libre a entrar gracias a haber reducido los cristales de las ventanas a astillas, azotaban tormentosamente esos mismos fragmentos contra su cuerpo.
En sus pequeñas manos cogió una esquina del edredón y lo exprimió.


-¿mami? –

Oh, dios, por favor, por favor, no. Gimió encontrándose con el bello, apacible y quieto rostro que su mano temblorosa, como todo su cuerpo acariciaba.
Estaba muriendo.       
Con la tirantez apoderándose de su nuca se inclinó y recorrió los finos rasgos de aquella mujer. Bellos, suaves e inmóviles.
Su madre estaba muriendo.


- no me hagas esto – suplicó tragando compulsivamente.
                       

Sintió el momento en que su madre  dejó de ser parte de los vivientes. Más allá del diminuto suspiro de la mujer. Su cuerpo reaccionó pesado y asombrosamente lleno de poder y sentimientos que jamás había tenido.
Su poderoso grito rompió la quietud y el suspenso en el que se había sumido el mundo, a la espera de que algo ocurriera. 
En el flanco oeste de la ciudad las avenidas parpadearon, amenazadas con quedar en completa penumbra.
La ciudad tembló.
La misma electricidad del hotel vaciló distorsionada. Los tres moros guardaespaldas dieron un paso mas cercano al hombre de negocios  al que cuidaban, dividiendo su mente entre la espantosa situación en la que caerían si no controlaban lo que sea que los ponía en semejante estado de desazón y angustia, y la indiferente visión del jefe.

La fuerza con la que los trozos de vidrios se incrustaron en su piel, hicieron que manoteara el aire para no volver a gritar.
 Jane. No. Estaba. Su limitada mente se rehusó a aceptar que su madre de verdad, Había cumplido con el augurio.
 El dolor tiraba de su cuerpo sacándola de la lucidez y trayéndola solo para sentir que el alboroto alcanzaba su mente lo suficiente como para recordarle que cada minúsculo rasguño en la tormenta al interior de la casa, reflejaba su humor frustrado.
 Lejos, fuera de los lindes de la cordura, creyó oír a su madre chillar y exigir con voz trémula que se detuviera. Batió la cabeza en negativa a sabiendas que si creía a en su poderosa alucinación, el deseo de que aquello fuera cierto, y la realidad de que era puro ensueño, la desquiciaría. Aun más.
Si solo conociera el motivo de por qué su madre cogería la maldita y desgraciada opción de dejarla sola… talvez no estaría acabando con lo que estuviera a su paso.
Quizás la rabia que sentía no iría dirigida a romper objetos.
La voz de su madre se elevó nuevamente cogiendo sus pensamientos y haciéndolos una nebulosa.
  Luchó por abstenerse de pensar en lo que sucedía más allá de las correderas de sus parpados anegados de lágrimas. Sus rodillas enviaron un relampagazo de agonía cuando se golpearon contra el piso mientras se derrumbaba en el suelo, agotada y  ciega.
Cuando se dormía, o talvez se desmayaba, la mano de Jane se deslizó suavemente por su cabeza alejando los bucles de su rostro. Quiso que fuera cierto. Dándole una media sonrisa de bienvenida al delirio, se abandonó al abismo sin fin que le esperaba, cerró los ojos esperando que fuera para siempre, las lagrimas hicieron un camino hasta terminar empapando las mismas colchas donde Jane descansaba, donde ella también quería descansar. En el último segundo de conciencia pensó en lo que sucedería luego.
Juró que prefería dormir eternamente a no saber si despierta encontraría una vida de tormentosa  realidad o desgarradora fantasía.






                                  Cinco años después


Cruzando a zancadas el gran salón de irbir recorrió con la mirada al basto templo  en el que no había estado hace lo que parecía un eternidad.
Todo ahí era hermoso. Siempre lo había sido. Pero fuera o no el lugar más lujoso y ornamentado para llegar a ser la última maravilla del mundo, ya no era más de su gusto. Tenía una puerta y cabía la posibilidad de que se cerrara y no lo dejara salir más de la habitación.
Bastaba ese pensamiento y hacía que su culo bullera por ser sacado de ahí.
Dudaba que alguna vez volviera a sentirse cómodo entre cuatro paredes. Y no necesitaba que la repentina claustrofobia que había desarrollado arrebatara su cordura.
Meneando la cabeza y pisando el doble de fuerte de lo que era necesario salió pitando del santuario antes de que pudiera siquiera parpadear y sacar la nebulosa gris que distorsionaba su visión.
La luna brillaba sobre su cabeza, el viento se mecía inquieto, el olor a rosas y lirios lo golpeó con tanta intensidad que se sintió retroceder e inhalar más de esa hermosa fragancia.
Estaba en el exterior, el apenas nítido aroma de los inciensos en las habitaciones de las doncellas llegaba invadiendo sus sentidos, su olor ni el de ningún otro se sentía, solo el de la noche. Solo irbir.
Por un momento olvidó el desespero y la ira que lo había conducido hasta quedar parado en medio del prado sagrado.
Dejó que la vida nocturna, sus cantos, su tranquilidad y paz llenaran reemplazando todo lo que había estado sintiendo últimamente.
Lo consideró como una bendición
Un dulce y efímero descanso a su incesante vida, a su quebrantada quietud, que se fue demasiado pronto, empujándolo a seguir caminando y enterrando sus pies desnudo en el cosquilleante césped.

Ah, maldita sea.
Gruñó al viento.
Su padre se estaba deshaciendo de él como si fuera un producto desechable. Apenas si podía estar en pie sin tambalearse y ya tenía una neurisma. No cumplía aun la hora de haber sido traído de vuelta, y para disgusto y dolor suyo, ya tenía una misión que cumplir.
Jamás se había sentido tan malditamente usado. Tan impotente y destructivo.
El tiempo de su vida parecía haberse alargado. Crecido. Se sentía décadas más viejo y gruñón de lo que había sido cuando había literalmente desaparecido.
Las columnas de piedra y los pilares en el corredor que lo llevaba ante la dama de cuarzo citrino y rotulado ennegrecían la visión ya obstruida que tenía. Su paciencia se agotaba y su ansiedad crecía a medida que se acercaba la estatua.
Miró con misticismo y concentración a la escultura que lo mantenía de momento en sus cabales. Estaba intacta. Imperiosa, angelical. Mantenía esa perfección y armonía. Esa misericordia y piedad en su rostro no se habían ido.  Mirándola desde el primer momento en que la distinguió entre el abierto campo, se acercó a paso lento y con un respeto que jamás mostraría por algún ser viviente. Ella era alguien especial…  
Desde un punto sin Angulo, por el rabillo del ojo presenció como sus guardia y juramento letal se alzaba a su alrededor mientras su mente se dividía entre una mujer de piel lisa, fría y dura y  otra de alguna textura mucho mas humana.
Cuando la figura salió detrás de uno de esos cimientos y se materializó a unos pocos metros de él lo menos que hizo fue prestarle atención.
No había ser en la tierra que tirara de su soledad. Ni humano o demonio que mereciera tanto odio como el que había descubierto recientemente que era capaz de sentir.
Lo menos que quería en ese momento era ver a aquella persona. De todas en irbir, era la única a la que jamás hubiera vuelto a ver si por el fuera.
-          mírame, Caleb –  dijo la doncella obligándolo a dar un paso atrás. Se acercaba silenciosa y despiadadamente. Muy cerca.
 Era hermosa, majestuosa y aterradora. Pero no era suficiente. Su rencor era aun mayor ahora que tenía a la causa de su agonía frente a él.
Le aborrecía.
Haciendo lo que la mujer sagrada le pedía, le vio directamente a la mirada profunda que tenía.


-          ¿qué buscas? – inquirió amargamente.


-          Nada que puedas proporcionarme – dijo ella prácticamente flotando hacia él.


-          Entonces no veo por que estas aquí, las noches no son para los Ángeles –


-          ¿me odiaras para siempre guerrero? –


Presionó fuertemente los labios dejando que sus dietes hicieran un buen trabajo con el interior de sus encías mientras miraba fijamente al impasible rostro de la mujer.


-          Es lo que sé hacer – le dijo luego de un minuto largamente sepulcral.


-          tú no eres hombre que odie. No tienes malos sentimientos a pesar de cómo eres  -  


A pesar de cómo eres.
 Estrechó los ojos sintiendo que sostener un minuto mas la mirada de aquella mujer lo podría evaporar.


-          no siempre hay una vidente sagrada para que me maldiga – dijo dejando que el filo amargo y punzante de sus palabras reverberara a lo largo del corredor.


-          Solo fue un castigo –


-          Esa es una basura, Jaenere. Para mi todo fue del mismo color. No había muchas opciones al mandarme a espiar mis errores dentro de mi mente –


-          ¿así es como le llamas? –


-          apuesto a que preferirías que contara lo bien que me sentí sin un cuerpo – gruño ácidamente.


La mujer hizo un amago de tocar su rostro que cortó dando otro paso más lejos de la vidente.


-          tú nunca me has apreciado, ¿no es así?, no es solo que yo te haya dado un escarmiento. No me quieres –


-          Nadie está atado de corazón para quererte. Así que no vengas con esas. Tu antes solo eras una doncella mas, ahora eres la segunda de mi padre, y justamente en el tiempo que me dejaste fuera del juego. Yo no creo en las coincidencias –  jaenere revoloteó los ojos agitada.


-          él te ama, eso ni yo lo puedo cambiar. Y la confianza no se construye en un año –  


Momentáneamente extraviado en sus palabras, Caleb volvió a perderse entre los oscuros ojos verdes jade de la doncella. Estaba condenadamente confundido.


-          solo… ¿fue un año? – preguntó sin importar que Jaenere estuviera a medio camino de reír. 


Quizá lucía como el más estupido de los idiotas. Y buen señor. No estaba acostumbrado a verse como un perdedor, pero las circunstancias y las últimas vivencias no dejaban mucho en lo que trabajar. Su rostro debía estar haciendo un buen papelón y al fin y al cabo, la ironía y el buen humor era la única arma que disponía… y no sabía como utilizar.  


-          ah, Caleb, ¿qué te has hecho a ti mismo? – dijo ella recorriendo sus rasgos.


No mucho, veras,  estoy malditamente exhausto, acabo de ser sacado de un camastro en el que pasé un año que se sintió como toda mi jodida vida, tengo la impresión de que soy únicamente requerido porque resulta que soy el mejor asesino en todo el mundo. No he tenido suficiente tiempo para pensar en lo que haré ahora que poseo vida nuevamente, pero te diré algo, cuando estuve solo y merodeando a un millar de almas afligidas creí que moriría, a eso va que no pensé en el futuro. Como no ha sido así y ya que te he visto y también a mi padre, quiero que ambos se jodan. Impresionante ¿no?.
Supo en el mismo momento en que sus pensamientos acudían a su cabeza el don que poseía Jaenere y que no era solo vidente del tipo de de ver el futuro.
Su pálido rostro se había contraído en una mueca de disgusto y ahora lucía mas apesadumbrada que nunca.


-          hay cosas que se hacen involuntariamente, no necesariamente debes saber lo que ha cambiado en tu interior, pero me siento responsable –
Dijo la doncella con las manos en alto para encerrar el rostro de Caleb entre ellas.
Lo que eventualmente no permitió.


-          lo hecho, hecho está – dijo enterrando profundamente sus manos en la única prenda que le impedía estar desnudo. En sus vaqueros.
Estaba siendo discordante. Lo que le recordaba mucho el porqué de haber sido apresado y castigado por una mujer ofendida. – vete – le susurró y no vuelvas mas.
-          no puedo, Caleb, en serio, mírame. Tú estás por cometer algo atroz. No puedo permitirlo. No por mil razones, una de esa es que te arrepentirás –


-          ¿dando consejos? – sonrió tristemente antes de que hiciera algo que fácilmente podría ser sancionado en Irbir. Claro que él no podría ir a parar nuevamente al calabozo de los insolentes. Porque Irbir ya no parecía ser su hogar.
No podían aplicar leyes a no-habitantes.


Cogiendo la iniciativa que Jaenere había descartado, caminó en dirección hacia su dama de cuarzo. Dejando atrás a la mujer de las predicciones, a sus cosas incomprensibles y dolorosas se encaminó hacia el lugar en el que el brillo y el poderoso brillo de su catana resaltaban.
Thor Caleb, vuelve. Dijo el susurro del viento manipulado por la sagrada.  Sabes que oírme será lo mejor. Ella no puede hacer nada con lo que estas sintiendo.
Curiosamente tú tampoco. Pensó sabiendo que aquello bastaba.
Atravesando el círculo protector que su padre había levantado alrededor del pequeño santuario se cobijó a sí mismo en el único lugar que ningún otro ser vivo podría entrar y romper esa quietud que tanto necesitaba y siempre encontraba allí. Donde estaba la única mujer que jamás lo juzgaría.

Odiaba haber sido el responsable de la ira de un ser puro. Aborrecía a la mujer que le había quitado el sentido. La desilusión con su padre era insoportable. Ser rechazado por irbir entero era humillante. Haber nacido como un demonio y no un ángel lo había finalmente condenado.
No tener verdaderos padres, era una cagada.
Según Jaenere, haría algo lamentable.
Si no mataba a esa pobre mujer que estaba postrada y casi sin vida – como lo había estado él – en una ciudad llamada Tares, habrían siniestras consecuencias. Si no calmaba esa sed de venganza no sabía lo que sucedería.

 Pronto estaría viajando a otra dimensión, estaría ciego, nauseabundo y amnésico por el resto del día, pero cuando recuperara finalmente su memoria quería tener el recuerdo de la inmensa catedral levantada para cubrir las memorias de su madre y el prado verde y cubierto de millones de flores que llenaban una parte de su interior y alcanzaban a tocar a la escultura memorativa de ella. Probablemente no las volviera a ver.
Ni a la llanura, ni a la representación de su madre, ni a Irbir.
Arrodillándose a los pies de la estatua inhaló profundamente y golpeó el negro mármol del suelo.
Dando rienda suelta a todas y cada una de las emociones que se habían filtrado en su interior en el transcurso de la última hora gritó acusatoriamente a los cuatro vientos




                                    CAPITULO II

                            El verdadero principio.


 -          … ¿verdad?, dime que está todo bien – rogó atrayendo hacia si el teléfono móvil.

Lo apretó contra su oído mientras el silencio se prolongaba por diez segundos, medio minuto, un minuto…
En la espera de que la otra parte contestara, el nudo de su garganta había aumentado, quitando toda posibilidad de que ella dijera algo. 

Tragando con dolorosa fuerza, en el último minuto, cuando casi no tenía esperanzas, se atrevió a preguntar.
-          ¿qué tan mal? –
-          está despierta –


Negando con la cabeza dio pequeños y rápidos golpecitos al volante.
-          ¿qué diablos significaba eso? –
Ah, cristo. Murmuró aparcando en el hospital.
Esta despierta… ¡ESTABA DESPIERTA! 
No le cabía en la mente como es que la idea le parecía tan retorcida y mala.

Acariciando su sien quitó la llave del contacto y se enfrentó al inmenso y deprimente edificio.
St. Prime se levantaba intrascendente justo en frente de ella, en el centro de un parque, que en otro tiempo y lugar, hubiera sido incluso, agradable.
La fría humedad y el cielo blanquecino acompañaron la impresionante angustia que la consumía.
Respiró profundamente antes de que atravesara esas grandes puertas y las pálidas y  vacías habitaciones golpearan su deplorable estado de ánimo y el olor de los esterilizantes y demasiada limpieza se cerraran alrededor de ella.


-          ¡criatura! – chilló una enfermera paseándose demasiado cerca para ayudar en algo.
Su estomago se retorció y sus ojos ardieron enormemente.
Las piernas le flaquearon, pero no lo suficiente para que dejara de caminar hasta que se encontrara demacrada y en silencio a las puertas de la sala donde estaba ella.
-          no es buena idea que entres a verla… mírate nada mas – le dijo la señora Clea.
Negó con la cabeza desviando intencionalmente su mirada.
Nada tenía que ver una cosa con la otra. Tenía que entrar o alejarse por lo menos un kilómetro de ahí, entonces, solo entonces dejaría de sentirse como la mierda.
Optaba fácilmente por entrar y ver a la mujer.
-          estoy bien, ¿y ella? – apuntó débilmente hacia la mujer postrada.
-          No hace mas que llamarte –
-          ¿aun está conciente? – inquirió mirando recelosamente la habitación y el pacifico, bello pero muy quieto rostro de ella.
La sensación de deja bu se arrastró hasta su conciencia, empeorando su malestar.
Clea asintió levemente antes de reunir sus preocupados y serios ojos en su perfil inmóvil.
-          esto puede causarle, incluso, la muerte. Ley, ella no debe esforzarse –

Miró directamente a los de la doctora y tras todo ese profesionalismo, indiferencia y frialdad, encontró el atisbo de la dulce y bondadosa madre de su amiga. Era algo que necesitaba.

Lentamente asintió.
Traspasando el umbral y dejando que toda la hermosura de los recuerdos de aquella mujer la bañaran.
-          Mel… - susurró conteniendo un sollozo.
Al momento ella abrió sus ojos, esos dos luceros verdes se redujeron al reírse.
-          mi Lary -  
-          ¡tia, te extrañado tanto! – gimió sencillamente contra la mano fría de Mel.
Toma mi calor, ven, un poquito de mi vida.
Se sentía tan ella… ¡tan natural!.
Era… era tan bueno descubrir sus sentimientos ante su Mel. Su madre por los últimos cinco años.
Que le dijera Lary…
¡Tan correcto!
- ven, mi pequeña niña, hay tanto de lo que tengo que hablar antes de irme. El tiempo… se agota, dulce Lary -
- yo… no quiero que hables, Mel. Quédate así, conmigo – susurró inquieta y sintiéndose la misma niña de doce años… atrapada entre la soledad y la locura, acompañando a alguien moribundo. – no te vallas a ningún lado Mel. Esta vez yo no lo soportaría, no hay nadie, nadie mas – le dijo. 
Su cuerpo dolía, tanto que hacer un movimiento era difícil.
No podía pensar en lo que le sucedía a su cuerpo. Por estar con Mel, aguantaba eso y más. El problema estaba en que su  querida sentía lo mismo o talvez más.
-          sht. Mi Lary. Déjame que te cuente algo, así estaré en paz – dijo Mel sonriendo y parpadeando muy lentamente.
Temió que se fuera a dormir, o peor, que no abriera sus ojos más y esos bellos ojos, esas largas y tupidas pestañas no estuvieran más para ver a Lary.
-          vendrá, mi Lary, vendrá un hombre y él me llevará a la otra vida, me llevará con Jane – dijo cerrando los ojos – pero antes, hará algo… él no está en paz consigo mismo, con nadie, ah, mi vida, quiero que seas fuerte Y que dejes a este hombre, él me mantendrá a salvo – Ley emitió un pequeño gruñido.
Sonaba tan segura, tan cuerda. Le era difícil distinguir la realidad y la locura. Jane había muerto hacía años. Mel no debía morir.  Era lo único que sabía. Pero Mel quería irse… y ¿había un hombre de por medio?
Suponiendo que era Dios.
-          …  ¿recuerdas Lary? Prometiste algo a Jane, quiero, que me lo prometas a mi también, es mi único deseo –

Larixi evey valer pasó sus manos por sus mejillas, como si hubiera lagrimas que recoger.
Ella no lloraba. No lo había hecho en años. Y cuando quería hacerlo, había perdido la forma de encontrar su llanto.
Sacudió su cabeza y miró a Mel a través de su visión descolorida.
-          lo prometo, Mel, seré fuerte, pero no me hables de que te vas – le dijo.
Si se ponía a pensar en estar sola… Su sangre bullía dentro de ella e iba a golpear en su cerebro. En lo que ella respectaba, el mundo en ese mismo momento podía irse a la mierda. Ni Thares, ni todo Tílimo valían lo que Mel.
Su destrucción, sería nada en comparación con lo que Ley sentiría.

Pero una promesa era una promesa.

Debía ser fuerte. Madura. Jane no le había enseñado a ser seriamente una sabelotodo  solo para que chillara y perdiera su dañino control. Tenía que enorgullecer a su madre. Y a Mel. 
.  Lo había prometido.
 Por eso justamente había hecho ese compromiso.
Para no volver a descontrolarse, para no tener malos pensamientos. Para no devastar.

Lentamente, temiendo que cualquiera de las dos fuera a romperse se enderezó y contempló a la mujer.
-          te quiero – le susurró, forzándose a permanecer en sus cabales mientras se erguía y alejaba de la cama cubierta de pálidas sabanas en la que estaba hace un segundo se recostaba y permanecía  maldiciendo a todo el mundo.  

- sé buena, mi niña- le dijo Mel antes de que saliera de la habitación.

…………….                                                                                               …………….

 Gruñó apretando con fuerza la bocina, por enésima vez. Su cabeza palpitaba.
La espera, el tráfico, la hora punta, estaban acabando con ella.
¿Cómo se suponía que debía estar?
Se defendió de si misma murmurando maldiciones y echando un buen vistazo a la autopista y la falta de espacio que le impedía avanzar siquiera un centímetro.
Una mujer perturbada, conduciendo un honda inestablemente, haciendo galimatías con el claxon, era llamativo. Agregándole que la mujer era en realidad una adolescente sin licencia, las cosas empeoraban.
Ley Valer se permitió un segundo para bajar los parpados e inhalar profundamente.
No necesitaba perder su maldita cabeza en un momento como ese. No cuando la había conservado por tanto tiempo. Debía de mantener su mente ventilada y fría así trajeran al mismo infierno para quemarla.

 Ley, prometiste que serías una buena chica. Que serías valiente.
 Maldita sea. ¿Qué significaba eso ahora?.

Había algo que Mel le estaba ocultando. Que incluso Jane nunca le había dicho.
Ley no se sentía normal, no era normal. Sabía por la sacudida violenta que subía y bajaba de su cuerpo, y su piel extra sensible que no era natural. Humana. Sabía que si se acercaba al retrovisor, no vería a Ley, no estarían sus ojos verdes jades, ni sus claras pestañas.
Habría algo espantoso, que por el momento podía ocultar con unas oscuras y gigantes gafas.

Sobresaltada por el repentino hielo, notó que se extendía a conciencia en el coche, fundiéndose con ella desde su pecho hacia los límites de si misma. 

Su estomago saltó cuando se percató de lo que estaba haciendo.
Todo se estaba enfriando como la última vez… Lo próximo en venir eran las ventanas estallando, o algo por el estilo. Pensó molesta.
Estaba haciendo justamente eso, enojarse y destruir.

Cuando llegó al desvió para Importnum, su maraña de emociones comenzó a cambiar por nerviosismo. Trabajar de noche ciertamente tenía sus ventajas, pero deseaba realmente no estar trabajando. Se sentía demasiado volátil, incendiaria.

El club y sus andes desvergonzados ya habían comenzado a funcionar. Las luces de pantomima bailaban en contraste con la oscuridad del cielo estrellado y danzaban expectantes y perversas. Rojo, púrpura, lila… morado.

Ahora que estaba en el lugar y su popular gentío, sentía que las gafas y la escasa luz no eran suficientes para que se sintiera tranquila.

Caminó con el paso mas normal y despreocupado que podía aparentar sin atraer la atención de algún tipo aburrido en Importnum en busca de diversión  – que ella no estaba dispuesta a darle –
Meneó su cadera lamentando que mientras intentara sortear a los clientes acabara demasiado pegada a uno de esos cuerpos sudorosos que se mecían frenéticos al son de la música.
Al otro lado de la pista divisó a Josh, el de la barra levantando una bebida y sonriéndole. Y frente a ella, un par de guardias haciéndose a un lado para dar paso a un estrecho corredor que la llevaba al servicio femenino.
Deseó que no hubiera nadie. O mínimo – solo mujeres –
Una pareja liando no correspondía simplemente. El servicio vacío no era lo que esperaba, pero era mejor que cualquier otra opción.
Así que cuando se encontró sola en el cuarto, inhaló y votó el aire con un siseo, como todos los que había desechado a lo largo de la tarde.
Abrió sus ojos y lo que encontró parado frente a ella no le sorprendió en lo absoluto.
Su reflejo seguía siendo el de la chica menuda, blanca, con cortos y rizados cabellos rojos.
Su camiseta negra y sin mangas estaba toda desalmada alrededor de sus tejanos azules. Los oscuros colores solo hacían resaltar las motas rojas en sus ojos, y el hecho de que todo su ojo estaba sombreado. Su iris tenía un puro sentido irreal y aterrador.

Desconfiando del pulso de mierda que tenía, tiró el delineador de ojos a su bolso y en el  momento en que una de las mujeres del club entraba con un tipo pegado a su cuerpo hundió su rostro acalorado bajo el chorro de agua fría que mantenía corriendo.
Valía decir que, como todo el  terreno clandestino, estaba  parada en un infierno de lugar.
Por primera vez en el año que llevaba, estaba agradecida de trabajar en un antro donde todo lo que se hacía fuera de noche y a la luz de un tono rojizo-púrpura.

……………….                                                                                          ………………

Cuando había aterrizado sobre sus rodillas y se había percatado de que aun iba medio vestido y que su catana no estaba cerca, había estado en un mohoso edificio abandonado.
Con una desorientación impía y un arisco Limphade esperándolo.


Thor caleb arrastró lo pies en medio cabreo mientras seguía al hombre que lo conducía por un mar de gente moviéndose.
Su parte sensitiva protestaba por el cambio repentino de ambiente.

Parcialmente descolocado imaginó el club al que el Limphade lo había ido a meter y al instante apareció en su cabeza la imagen real de la zona.
 El antro estaba hasta rebasar.
Todo de negro, muchos humanos meneando sus cuerpos, para sorpresa suya juntos y mezclados con Limphades.
Él mismo, aunque estuviera cegado y con deseos de dar vuelta la vianda  quería girar y salir lejos del juego imparable de luces rojas.
El amplio sofá con forma de C al que fue a parar le ayudó a sostener su cuerpo mientras anhelaba el hielo y la frescura de alguna bebida.
Casi al momento, una mujer se presentó frente a ambos dándole a Thor precipitadas conclusiones a partir de su sugerente y provocativa postura.
-          ¿puedo acompañarlos, chicos? – dijo sujetando el diminuto corpiño y meneando sus caderas.
-          No – fue la clara y rotunda respuesta del hombre.
Thor se relajó en la mesa, sabiendo que los limphades del otro costado de la pista no se acercarían, alguno de ellos incluso ni los reconocería.
Dedicó tiempo a el gentío y la corroboración de que ningún hombre o mujer los había visto, y que el mayor peligro recaía en los tipos de Limphade.
En efecto, no había… hasta ahora nadie mas que tres Limphades.
Cruzando por el centro de la pista vio a una chica rodear todo el antro y escabullirse por un oscuro y estrecho pasaje.
Algo en su mente hizo clic al ver ese nuevo y desconocido ser. A lo lejos, aun con sus sentidos desarrollados no distinguió mucho más que la oscura forma alrededor de su figura y la fuerza que irradiaba esa aura. Además de su rebajado y exquisito cabello al rojo vivo.
-          … ¿no quieres que te acompañe? – oyó la nítida voz de la misma mujer de hace segundos antes.
A su parecer jamás se había marchado.
Enfocó su mente en su propia forma y el espectáculo que le debía estar presentando.
Apenas si había conseguido un par de botas de combate y una sudadera gris. Lo que no le importaba. Se fue a su rostro, especialmente a sus ojos y cambió esos contornos rasgados y completamente  negros por el blanco y su iris plateado por algo más corriente.
Luego, sin molestarse en responder, se incorporó y se mezcló con la gente de la pista.


La forma en que olía el lugar hacía que el cuchitril donde había aterrizado fuera un poco mas aceptable.
A comparación del olvidado y polvoriento piso que había tenido la oportunidad de ver, el lugar de reunión en el que estaba, era contrariamente atestado y sobrecargado de hormonas y esencias humanas.
La barra estaba a lo largo de toda la pista central, al otro costado, la zona exclusiva se dividía entre la primera y la segunda planta.
Las mujeres mas naturales y bellas, en busca del sexo anónimo se paseaban continuamente en ese sector mas que en los otros.
Las prostitutas vagaban y algunas se perdían por uno de esos corredores oscuros al fondo de la estancia, los góticos y los aficionados a los tatuajes eran verdaderamente muy concurridos.
Se preguntó en la mierda donde estaba.
Un par de adolescentes incursionaron por esos caminos.
Rodeó perezosamente todo lo que le separaba de las puertas traseras y cuando salió al aire libre solo pudo soltar el aliento y llenar su cavidad toráxica con oxigeno del bueno.
Viento fresco.

Estaba estrellado. La noche era calida y en el callejón al menos se sentía serenidad y algo de la música amortiguada del bar.  
Palmeando la parte baja de su espalda acarició el familiar filo de su arma.
Necesitaba poner sus pensamientos en orden, y comenzar con esa ardua tarea no le funcionaba precisamente estar medio olvidadizo, con el último alubión alrededor de todo su cuerpo y con continuas visitas de mujeres que no le interesaban.
Estar encerrado tampoco le gustaba.

Dejando de lado toda apariencia creada, se despojó del encanto de vestimentas extras que había agregado y se quedó con sus vaqueros y la musculosa.

El viento se deleitó rozando y acariciando su piel mientras que se terminaba el cigarrillo que el tipo le había dado.
Él se extasió con la noche y sus aliados mientras se volvía a recordar que hace unas horas no había tenido esperanzas de volver a hacer más que errar.
Estaba seguro de que la percepción de su mundo cambiaría ahora con su castigo.
Se estaba preguntando si eso era lo Jeanere había querido decir cuando la puerta se abrió en lo que pareció un susurro.
Inmediatamente deslizó su catana a la vista y se enfrentó a lo que le había golpeado en la espalda.
Su pequeña forma fue indistinguible en primer momento, lo único que Thor fue capaz de juzgar era que con ese tamaño y esa fuerza su oponente no iba a ser mas que la leve distracción que le había provocado.
No fue hasta cuando oyó el diminuto ronquido y la exclamación de disgusto que reconoció esa manera de ocultarse y esa sombra.
La chica de los hermosos bucles rojos estaba allí,  murmurando y masajeando su nariz.





                              

                                     CAPITULO III


-          no juegues con mis pelotas, Jostt – gruñó al teléfono a la espera de que la camarera trajera el par de bebidas que había pedido.
-          ¿y qué si no? –
-          Sigo a uno de tus mujercitas –
-          ¿los moros? – preguntó el hombre al otro lado de la línea telefónica.
-          Seee. Los tres. Aquí. –
-          Cristo – oyó decir al antigua amigo. – bien, habla –
Parecía poco probable que Vladimir Jostt estuviera paseando si los moros vigilaban esa calamidad de culo mafioso que tenía, así que lo imaginó sujeto a la suntuosa oficina que poseía y pretendió anticipar la reacción del hombre.
Lashlan Clivet se tomó su merecido tiempo en pagar la cuenta del sumidero gótico en el que había echo la parada, deseando que el jodido demonio que se había perdido entre la multitud de Importnum apareciera.
Cómo alguien se movilizaba a pesar de la ceguera… hombre, era una incógnita que pululaba libre por la mente de Lash mientras Marilyn Manson sonaba en el antro.
-          una habitación en Thares – dijo por ultimo.
-          Cariño, yo te dejo las rosas encima de la cama –
-          Vlade – amenazó echando una ojeada a la pista.
-          Maldición, Lash –
-          ¿qué dices? – podía ver el ceño fruncido de su colega y el bolígrafo agujereando alguna cosa.
-          No pierdes el tiempo –
Oh, ya lo creía. Estaba a punto de mandarle la actualización a Jostt y contarle que de asesino particular había dado el gran salto a niñera cuanto sintió la explosión de energía corriendo en un cuerpo femenino por el rascacielos del Importnum.
Ella no era una esencia que captara comúnmente por las calles o en este caso, por los techos de Thares pero lo menos familiar y alarmante era lo que venía a por ella.

La adrenalina trabajando en su cuerpo y su especialidad funcionando al máximo.
Lash envió una sonda mental al territorio en cima de su cabeza para comprobar la cantidad y el poder del grupo en persecución.
- cristo -  murmuró cortando la llamada que mantenía con Vladimir Jostt y disparándose en dirección a la salida más cercana.

…………..

Exclamó sorpresivamente de sentir un muro humano arrasar con ella hacia las sombras del callejón.
-          dime que esperas a alguien – oyó decir mas en su mente que cerca suyo.

Presionada contra la pared, Ley bufó increíblemente indignada.
Por alguna razón no dijo nada en voz alta, aun así su respuesta paseó pinchando a su lengua a soltarse.
“¿a ti te parece?”

Había cosas que simplemente a ella no le gustaban.
¿Ejemplo? Creer que estaba medio loca.
Creer que había visto a un chico alucinante, de ojos luminosos no le gustaba mucho más porque reafirmaban su teoría de la locura.
Un arma no era lo suyo, menos si se trataba de una adherida a su cuello.
.
Enfocando su vista arriba, muy arriba se encontró con los interminables y atentos ojos azul grisáceo de quien fuera el que se atrevía a sujetarla estrechamente contra las sombras del callejón.
Miró directamente a las oscuras y fieras expresiones encerradas por el sorprendente negro de su cabello y la resaltada atención que mantenía mientras sus graduales movimientos hacían que acabara mas cerca… haciendo que quedara atrapada entre la pared y un increíble cuerpo desconocido.
-          bien, entonces, quieta – susurró él alejando la catana del cuello de Ley y perdiéndose inmediatamente mas allá del oscuro manto de la noche.

………………….

Lash Clivet soltó lo mejor de él y dejó que el demonio en su interior averiguara más del escenario en el que estaba actuando.
Cuando no creía ser dueño de una parte buena o tal vez siquiera inteligente, como humano, se sorprendía a si  mismo rodeado  por cuatro Nocturnos, como se hacían llamar esa banda de renegados y cubriendo los flancos de una chica acorralada.
Desde la esquina mas lejana y a su parecer oscuro, la gloriosa silueta del demonio bastardo que se había extraviado apareció cogiendo sin cavilaciones a un par de ellos.
Rugió primitiva y agradecidamente al tipo antes de ir a por el resto mientras repartía al revés y al derecho puñetazos a las bestias.
-          ¡no! –
La voz de la chica lo inmovilizó en pleno acto de acabar con el segundo de ellos.
-          por favor – volvió a oír.
Lenta  e  irrealmente dio cara a lo que estaba haciendo. Entre sus manos se retorcía un chico probablemente en principio de su pubertad, completamente demacrado y frío el crío se aferraba a sus solapas y reflejaba en mismo efecto endiablado que los de su calase tenían cuando sus ojos se llenaban de sangre.
Tenía  incipientes caninos cubiertos de sangre.  Su cabello rubio arenoso relucía en contraste con las lustrosas facciones del pequeño, y sus inyectados ojos reflejaban poca humanidad a la que salvar.
-          ¡Alex, detente, harás que te maten! – chilló la chica indudablemente hacia el vampiro en miniatura.
Solo entonces Lash reparó completamente en el cabello y los rasgos similares entre los chicos. También en que ella estaba completamente cubierta de arañazos y mordeduras.
-          no pensará usted que lo dejaré vivo después de lo que ha hecho – además, pensó Clivet repentinamente furioso, el chico estaba totalmente fuera de si, aunque hubiera cesado de atacarle a la primera palabra de ella.
-          lo hará, no hay de otra, no vine a ver morir a mi hermano – respondió ella escurriendo lagrimas por todo su bello rostro.
-          ¿entonces la que quería morir era usted? – preguntó Lash amargamente confundido  y encrespado.
Ella no respondió. Su rostro y ojos pálidos brillaron para él mientras uno por uno soltaba los dedos del agarre en el muchacho y  contemplaba como se iba sin dirigir una doble mirada a la chica que le había salvado la vida ni al bruto que había echo caso a la mujer que comenzaba a desvanecerse entre sus brazos.
- gracias – dijo ella antes de desmayarse.
¿Cómo diablos ahora se suponía aceptar ese agradecimiento cuando había hecho lo de toda su vida? Solo había matado a algo más. Solo había perdonado por primera vez la vida a alguien. Solo… estaba sosteniendo a la chica que quería ver sin un rasguño para contemplar por completo su perfección.
Era solo eso.

………………...

Él se había ido, la noche estaba malditamente fría y recién con el impacto de lo ocurrido se venía dando cuenta de la navaja que tenía entre una de sus manos.
“bien, entonces, quieta” recordó presa del pánico y embelesada por el exquisito sonido en esa frase.
Tiró de su sudadera nerviosamente.
No tenía idea de cómo había llegado la cuchilla a su mano y le inquietaba el motivo para usar una de ellas.
Se alegraba al menos de saber del uso de una navaja. Pero el sostener una de ellas le acercaba peligrosamente a la zona de recuerdos que mantenía sellada y bajo siete trancas. Jane le había enseñado a usar una de esas. Decía que una mujer con práctica y dotes era una mujer preparada e impredecible.

dime que esperas a alguien

En la boca del callejón un ahogado y seco ruido atrajo la atención de Ley.  Vio levantarse a un imponente hombre desde el lugar en el que había aterrizado y cargaba lo que de un principio Ley no quiso saber nada hasta que se percató de las manchas que dejaban él y su carga a su paso y la manera en que él lucía.

“oh, gilipolleces”

Su intención era correr y prestar ayuda al hombre con la chica sangrando que llevaba a cuestas. El leve cliqueo, la alarma encendida en su nuca y en los comunicativos ojos del chico  le dijo que mantenerse en el lugar de momento era convenientemente posible.

-          es tu oportunidad, Alex, de otra manera jamás podrás – la voz femenina le llegó en algún lugar tras de ella.
Ley permaneció quieta apenas conteniéndose de respirar e hizo algo que había prometido no hacer. Cerró sus ojos e imaginó la escena objetivamente para que tomase la forma real y le presentara con lujo de detalle a lo que estaba expuesta.
Estaba confundida, retrasada y cansada de estar marginada de lo que ocurría. Era injusto que se cabreara con los que la rodeaban. Joder, si ni los conocía. Pero había estado ocultando por demasiado tiempo las rarezas de su vida y entre ellos no parecía haber motivo para esconderse más.
El chico llamado Alex no sobrepasaba los trece, miraba ceñudamente al fondo del callejón, donde Ley sabía que estaba el hombre con la chica en brazos.
La mujer, bueno, más bella y aterradora que alguna vez haya visto estaba de pie junto al chico y sonreía clavando eternamente los ojos en la espalda de Ley.
-          ve por ellos, chico, yo te sigo – arrulló a Alex que se mecía dudoso.
Un escalofrío recorrió la columna de Ley sintiendo que sus piernas flaqueaban un poco.
La sensación de sus ojos cambiando y su entorno enfriándose, por primera vez desde la noche en que Jane había muerto, le agradaba.
Considerándolo como un pago, abrió los ojos y vio la verdadera figura del chico de muñecas y ojos dorados que sostenía a la mujer sangrando.  Le sonrió divertidamente mientras se volteaba y esperaba que el otro chico apareciera salvadoramente y encarara a la de ojos rojos que impulsaba al pequeño a hacer algo que no quería.
-          no querrás que me enfade, ¿verdad Alex? –
-          no –
-          entonces ve y trae a Kate, es la única forma –  Alex miró pensativamente a la mujer que yacía en los brazos del hombre de ojos dorados y negó con la cabeza.
-          No vuelvo a hacerle daño, jamás Daine, a ella no – dijo viendo recelosamente a todos.
-          qué tal la otra chica, yo me encargo de kate y el hombre – sugirió no tan sonriente la que respondía por el nombre de Daine.
Desde alguna parte en la oscuridad y las alturas del Importnum secretamente alguien gruñó desagradablemente ante la idea.
Ley absorbió el aire de la noche como si fuera esponja en agua y distinguió las seis esencias diferentes en el lugar, incluyendo la suya.
Aclamó a su Ley alegre y despreocupada que oculta esperaba la oportunidad de salir y reírse desfachatadamente de la situación en que jamás, ni en otra vida hubiera imaginado estar metida.
Estaba demencialmente desatada. No era la única con cosas raras ni yuyus.
Eso la enfebrecía tanto como pensar que el hombre que le había dejado oculta estaba nuevamente reunido con ella y le disgustaba considerablemente que Daine quisiera hacer de las suyas.  
-          ¿Alex? – la voz de Daine ya no era agradable, su ponzoñoso tono enervaba lo poco de racionalismo que quedaba en la Ley extraña.
-          no – volvió a decir el chico encogiéndose y dando un paso atrás mientras que Daine se alzaba enfurecida y dispuesta a golpearlo.
-          ¡no! – murmuró Ley roncamente haciendo eco a la anterior exclamación de Kate.
Su pequeña navaja voló desde su mano y con un último siseante sonido se clavó en la piel de la mejilla de Daine. La chica aulló despavorida olvidando a Alex y centrando toda esa perversa atención en Ley.
-          verás como te dreno, pequeña intrusa – dijo acercándose apenas lo suficiente para que la imponente figura de él interfiriera entre lo que quedaba para llegar a Ley.
Llevaba una catana en mano. Ley de no ser por la atención de Daine en ella hubiera volteado descompuesta por el tamaño de esa cosa y lo probable de que esa fuera el arma que habían sujetado contra su cuello.
-          aunque otro día será –
-          no habrá otro día – corrigió él cortando con el solo filo de su voz.
Daine parpadeó inestablemente viendo sorprendida cómo la catana atravesaba su cuerpo. Ley pestañeó inestablemente viendo la facilidad con que él incrustaba la catana en el pecho de Daine.
Su cuerpo renuente a volver a su estado normal acabó la fase de un guantazo con la escena presentada a sus ojos.
El que fue a socorrer el mal momento de su estómago y mente fue el pequeño Alex.

Bueno, bueno. Enumerando las cosas comenzó a contar hasta diez ascendente de descendentemente.
Mel había despertado.
Se había medio transformado en lo que siempre, toda su vida había odiado.
La habían salvado.
Había descubierto que no era tan excepcionalmente única
Había salvado a un chico que parecía salido de los vampiros de halloween en versión moderna y monona.
Acababa de ver a dos chicos fenómenos salvando a dos chicas fenomenas.
Había visto morir a alguien.
HABÍA ATACADO SERIAMENTE A ALGUIEN.

¿Cómo podía estar calmada?
No lo estaba al cien por cien, pero al menos estaba pensando correctamente con decir que junto al pequeño Alex se había ido a por Kate.

……………….

Lash observó tenso como se desarrollaba todo.
El joputa de Caleb tenía una catana para temer y la chica intrusa una puntería de lo más certera.
Alex una valentía increíble y kate un bello cuerpo que discurría sangre cabronamente sin cesar.
Él, ejem, un culo apaleado.
-          oh, Jesús, ella no está bien – gimió Ley al ver las medialunas repartidas en el cuerpo de Kate.
Alex extendió su menuda camiseta a Ley y con dificultad se retiró de donde había tanta sangre de su hermana… que sin embargo para él seguía siendo deliciosa  y fresca sangre.


Renuente a dejar el cuerpo de Kate, Lash se las ingenió para sacar el móvil de su cazadora y tecleó en la última llamada.
-          no me bloquees  – alegó Jostt desde la línea.
Lash maldijo silenciosamente el tarro de Jostt, o que tal vez guardaran la suficiente confianza para que el hombre no barajara el filtro entre su mente y su boca.
A nadie que alguna vez llamaba le quedaba su número registrado. Debía saber que Jostt y sus aparatos era la excepción, así que estaba agradecido de no permitir llamadas en el móvil.
Solo él llamaba y estaba puñeteramente satisfecho con eso.
-          no ahora, Vlade, necesito un equipo de urgencia particular -  masculló contra el aparato, procurando no aplastarlo con el agarre que mantenía sobre él.
-          ¿Qué me has visto amigo? ¿cara de magnate mafioso? – Yes. Este estaba cagado de la mente.
-          Ahora, cabrón –
-          Uh. Lash, ¿qué sucede? – preguntó el hombre agotando las buenas baterías que Lash tenía como paciencia.
-          Ya lo veras, mierda, Vlade, te pago por los servicios, has lo que te pido – rugió.
Kate se meció contra su pecho inquieta.
Por un breve momento el silencio se hizo el único protagonista. Caleb nuevamente estaba perdido por ahí. Ley miraba astutamente los tatuajes de su cuerpo alternándose con la camisa de Alex sobre las heridas de Kate.
Sin conciencia nunca hubiera pensado que Jostt no estaba obligado a hacer lo que pedía. Sin sentido común jamás hubiera jugado con el cabron si no estuviera tan desesperado por llevar a la chica a un buen lugar donde no necesitara exámenes públicos.
      Si hubiera dudado alguna vez las capacidades del magnate mafioso que tenía por contacto jamás lo hubiera llamado. En primer lugar.
-          van en camino al Querclasis, ahí habrán dos habitaciones, adivino que no estas solo – dijo Jostt cortando la llamada.
Miró ligeramente a Ley y luego a Alex.
No lo estaba. A juzgar por el concentrado y ceñudo rostro del chico no iba a irse más lejos de Kate de lo que ya estaba.
- vamos – le dijo al muchacho debatiéndose entre el disgusto de tener a un vampiro en el mismo cuarto y el acido recuerdo de ella defendiéndolo.









                                  Capitulo IV

                    Duda o no, era un tema de qué hablar.


Cuando había salido por esa puerta simplemente había tenido un par de segundos para verla antes de que Daine y su pandilla iniciaran un ritual de aceptación para Alex.
Pensar que pese a como habían salido las cosas y que habían opciones peores, la idea de ella en medio del lío seguía erizándolo.
Lo único que le quedaba en ese momento era comenzar por donde habían quedado antes de Daine y eso era con el volantazo de la puerta y el golpe de ella en su espalda.



        - piensas hacer algo con eso? -
-          realmente no –  dijo Caleb mientras que las sombras se mezclaran con los resueltos y fugaces movimientos que hacía para guardar la catana y Ley parpadeaba desconcertada ante el ligero y profundo sonido de su voz
Estaba muy cerca, Ley podía ver sus llamativas facciones contrayéndose al hablar y sentir como su aliento rozaba su mejilla.
-          yo no ataqué a nadie, la culpa la tiene el que se puso en la entrada-
-          pequeña… golpeaste y es lo que cuenta – murmuró él contra su oído.
Distrayéndola y haciendo que sus ojos regresaran a su estado normal.
Ley tras todo el enfado que había sentido en el servicio y la creciente irritación que causaban el tono altanero y gutural del chico sintió sus mejillas encenderse y la exquisita agonía apoderarse de sus partes mas intimas.
Él era un desconocido…  tenía una jodida cuchilla del tamaño de ella  y aun así estaba sintiendo cosas por él que hacían que sus mejillas se pusieran del mismo rojo encendido que cu cabello.
-          En mi vida nunca he conocido a un chico que se ofenda por un golpe, además, fue sin intención  -
-          Eso es porque lo que has conocido no es de tu mundo, pequeña –
-          Qué sabes tú de mundos –
Demasiada alarmada para darle la razón,  le provocó. ¿Qué podía saber él?.
Ley no iba a caer en una simple frase, en una simple coincidencia.
-          tienes razón, no tengo idea de vidas y mundos  – dijo  sentándose de espalda a ella en el altillo de la puerta. Si no hubiera estado tan cerca de él, jamás hubiera visto su rostro contrayéndose y el dolor en él.
-          whoa, joder –
Despechando sus pensamientos y todo lo que había ocurrido en el transcurso del día,  se embotó de cada centímetro de su cuerpo expuesto a la luz de la luna, que estaba cubierto de tonificados músculos., se concentró en la simple postura de su cuerpo y lo agotado que lucía.
Sacudiendo su cabeza, esta sostuvo su nariz en el lugar, para que de esa manera no doliera y las repercusiones de haberse fundido con la espalda de él no fueran tan evidentes.
 Mirarlo y embobarse, estratégicamente no había sido conveniente. Ni inteligente, por dios. Pero sin duda había sido una espectacular vista.
-           ¿Quién eres? -
-          eso no importa, mujer, mi nombre es lo que menos tienes que saber – gruñó.
-           y un cuerno –  alegó exasperada. ¿Quién diría que el primer intento de ser agradable con alguien acabaría de esta forma?
-          Créeme, no querrás saber mi nombre –
Nunca le había agradado sociabilizar  y él era todo un bastardo desagradecido con los escasos modales que le estaba prestando.
¿Por qué se molestaba en ser civilizada y mantener una vaga conversación con alguien que recién conocía?  Ah, si, porque él era diferente, y en algún lugar, había algo que lo hacía sufrir…. Eso le parecía vagamente familiar.
- aun así, me lo dirás, no es como si valla a morir o algo así -
 Naturalmente él no hizo ni el más mínimo intento de responder o siquiera presentarse como lo hacía la gente.
Infantilmente pero sintiendo que era necesario, Ley golpeó el suelo tres veces.

Thor Caleb miró sobre su hombro considerando que su enfado disminuía con cada segundo que aquella chica estaba ahí.
-          haber si entiendo, me atacan en mi lugar de trabajo, probablemente me despidan y toda esta mierda  si no me equivoco, esperas que me valla –
-          exacto –  le respondió haciendo girar la llave de contacto que se había escabullido hasta sus pies.
Ella le recordaba a alguien, sabía condenadamente bien a quien, aun así no se atrevía a asociar demasiado el parecido con la doncella.
-          pues bien, o te vas o me soportas el resto de lo que queda para entrar a mi turno, porqué a mi no me sacan de aquí –
La sangre e Thor corrió a doble velocidad cuando se incorporó más rápido de lo que su cuerpo indispuesto quería. Se sintió enfermo, pero olvidó el concepto al encontrarse nuevamente frente a la chica de ojos verde jade… como los de Jaenere.
-          tu no quieres enojarte – murmuró con voz ronca a la mujercita que lo enfrentada desde una cabeza mas abajo.
Demonios, él tampoco quería sacar a relucir su demonio interior. No es como si el cabrón fuera un miss universo.
Muy apegado a su figura el calor sobrevino desde ella hasta su cuerpo aun entumecido. Era hermosa.
 También endemoniadamente testaruda. 
-          contigo no tengo muchas opciones – pero si una mas…convinieron ambas mentes despiertas.
Ahora que el calor invadía con deliciosa armonía el cuerpo de Thor, no quería más juegos.
No más rodeos.
Ella indudablemente olía a uno de ellos, de una manera distinta y fuerte, pero era al fin y al cabo como él.
Muy vaga, lejana y escurridiza…. La esencia de Jaenere también viajaba libre por el torrente sanguíneo de ella.
-          dime.... pequeña, ¿qué es de tu madre? – le dijo lenta y cuidadosamente siguiendo el rastro de la doncella que lo había maldecido por el cuello de Ley.
-          Muerta, hace cinco años – susurró la chica.

Maldita, maldita sea.

Rugió su mejor parte humana. El bueno de Thor quiso devolverse a Irbir y golpear a la hermosa doncella, por ser, bueno, hermosa y en algún momento haber dejado una vida en el mundo humano.
 La parte restante rugió con un insaciable deseo de tomar lo que era por instinto, suyo. Es decir, el muchacho escondido y redomadamente malvado que tenía por mostrar se contrajo de deseos por vengarse y dejar atrás su tormento.
-          como se llamaba –  exigió inestablemente.
-          jane… le decíamos jane – oyó susurrar a la chica mientras sus sentidos cambiaban inapreciablemente a los ojos comunes.
-          Su nombre completo – presionó rechinando los dientes. Su cuerpo ardió con el contacto congenio que ejerció esa presión,  temió lo suficiente que su otro yo hubiera resurgido para alejarse siquiera un centímetro de ella.
La chica no vería en lo que podía convertirse. No cuando podía evitarlo.
-          dios, se llamaba… Ja…. Jaenere,  mi madre es Jaenere Valer - 

Maldición…. Jodido mundo pequeño.

……………….



Si hubiera sido una chica, probablemente todo lo resumiría en un suspiro. O un chico normal, quizás también dejaría que su aliento abandonara sus cavidades en un siseo duradero. Pero no él, no Lash. El tipo se limitaba a mirar con fingida concentración hacía la espectacular vista que los ventanales que el Querclasis le facilitaba desde el décimo piso.  Estaba mas entretenido reuniendo cada onza de control que tenía que e percatarse en la vista de Thares desde esas alturas Intentaba afanosamente ignorar a la horda del equipo de curación y lo que estaban haciendo. Lo que le estaban haciendo a ella.
 El asunto iba y venía desde el fondo del vestíbulo que estaba a su espalda y la derrotada y vulnerable figura de Kate. El equipo medico estaba salvándola, nada mas. Continuamente se recordaba tal cosa y otras como el que nadie tenía una maldita idea de estar tratando con demonios, lo que estaba bien mientras fueran eficientes y no tardaran.
Distraídamente fue a por sus marcas en el lateral de su espalda, no necesariamente era un alivio sentir las incrustaciones y las cicatrices de las tenazas y los bisturís… pero le traían de vuelta a la realidad.
Estaba cubierto de la sangre de la chica.
Confusamente observó sus manos y volvió a la noche donde cumplió los quince  y rememoró la cantidad de sangre demonio por la que había estado cubierto. La sala fría  e inmaculada, las penetrantes ráfagas de aire impregnado a químicos y fases de limpiezas, las noches atado a esa agonía, el sonido de las pinzas trabajando con su piel sensible y las tenazas atracando en su espalda… era un serio problema estar mezclado con personal peligrosamente parecido a los malditos que indudablemente habían sabido como manejar un bisturí y un set de herramientas de curaciones a la hora de torturarlo.
Gruñó siguiendo su línea de pensamientos y rememorando el dolor de cada toque de los bastardos manipuladores. Kate estaba sedada. No había nada que su expuesta y amoratada desnudez sintiera.
Aun así, Amigo, atrincherado hasta que no haya ningún flipado más que yo en esta habitación.

 Ya le parecía bastante crudo tener que soportar como controlaban su débil e inconciente cuerpo sin tener que alejarse y vivir cinco minutos de seria incertidumbre y completa impotencia. Prefería el dolor de los cojones en su pecho y los repasos de su vergonzosa desnudez y humillante exposición de hace diez años atrás…

-          ¿señor? – él estaba totalmente quieto y corpóreamente tranquilo. Cuando quitó su atención del reflejo cristalino de Thares y su rostro dio luz a las expectativas de la enfermera, Marie Luce tragó compulsivamente y sujetó la receta medica asegurándose de que no se le hubiera caído.
Tenía tatuajes gemelos a los de sus muñecas en su cuello, descendentemente. Su mirada salvaje y depredadora se situó en ella demasiado tiempo, como si primero la buscara por el sonido y luego captara definitivamente por su figura.
Comprendió, al instante que ese hombre no estaba para nada sosegado. Era un mar de emociones contrariadas, y la experiencia con su padre y ese humor relativo que tenía la ayudaron con el hombre del mismo aspecto, exceptuando por la falta de locura que sí había tenido su padre.
No esperó respuestas, él no parecía del tipo que hablaba mas de la cuenta, y con la manera en que estaba llevando el asunto de su novia o lo que fuera la chica… dudaba que pudiera proferir palabra antes de tirársele al cuello y soltar su ira en un desconocido como lo era Marie Luce.
-          ella, está estable señor – dijo esperando que él levantara la vista o suspirara, o algo. Él en cambió permaneció inmóvil, apenas parpadeó.
De algo se escondían o no querían ser relacionados, tal vez a la ciudad. ¿Pero qué coñudo no llevaría a alguien con semejantes heridas a un hospital? No quería ser entrometida, menos con él, menos cuando este tipo de casos eran los que le daban el trabajo y la paga, así que dejó la bomba aun lado esperando que detonara.
-          pero es requerido tratamientos para las heridas que presentan extrema gravedad y mayor riesgo para la paciente, sinceramente le recomiendo que la lleven a una clínica –
-          no, joder, nada de hospitales – bingo.
-          Talvez este mismo equipo tratándola continuamente –
-          Menos – refunfuñó con lo que a Marie Luce le pareció terror, lo que descartó.  Probablemente era un cagado apenas interesado por el bienestar de la chica y no se veía a si mismo rodeado por tanto publico.
-          Entonces, señor, ella morirá como si no hubiéramos intervenido una hora y curado tantas lesiones a simple vista imposibles de domar – Marie Luce sintió sus mejillas calentarse con el nuevo escrutinio del hombre. Estaba ligeramente enfadada con el pensamiento de un tipo calculador e irresponsable por su chica, pero ahora estaba hirviendo a fuego lento mientras observaba como él volteaba y la ignoraba.
Ugh, bien, la ética profesional indicaba que los deseos del cliente eran los que predominaban pero la otra parte de esa misma ética exigía salvar a los pacientes de los que estaban a cargo.
Cabreada dio con la solución, lo que le hizo resoplar y gruñir de disgusto.
-          solo yo, señor, me hago responsable de la chica, velaré por su bienestar mientras esté en mis manos, solo permítamelo - 
Momentáneamente vio al hombre vacilar claramente entre la sorpresa y la convicción. Dirigió su mirada hasta la bella y dañada desnudez de la chica y a Marie Luce no le pareció sobrehumano ni inquietante mientras observada dolorosamente a la chica y al equipo de pabellón.
Admitió silenciosamente que él debía de tener otras razones para no llevarla a un hospital, no quería ni saberlas por miedo a que se tratara de un par de mafiosos a los que había accedido a ayudar u otra cosa, pero sabía antes de que él dijera algo la respuesta del hombre aferrado a la baranda del ventanal.
-          bien, solo usted, y le pagaré con creces por su atención completa –
Fue el turno de la enfermera parpadear y corregir las malas suposiciones que había conjeturado contra el chico. Su voz desprovista de dureza y negativa como lo había estado la primera vez, era melodiosa y casi dulce, agradable y naturalmente dañina para el iodo. Demasiada gracia en una frase.
-          no habrá problema, señor –
La chica humana se alejó del ventanal y lo dejó solo con su reflejo y el del pequeño Alex.




                      Capitulo v



Sintió la mera vibración de su compañero al aterrizar sobre el piso y dirigirse hasta el cuarto contiguo. Thor Caleb había llegado y juzgando por su aura destructiva y la sobrecargada esencia que dejaba a su paso, traía un cabreo de lo más jodido.
Lash se trasladó aun más cerca de la cama de dosel y se repantigó viendo hacia la puerta. La cosa comenzaba a alarmarle. 
Su compañero siguió de largo pasando por la sala común y las habitaciones a lo largo del nivel, 101, 102… 104 y finalmente se detuvo en la 105. Ignoró la puerta derecha y sin esperar ser invitado se adelantó y presentó frente a Lash con un iridiscente torbellino plateado en los ojos.
Thor enfocó su oscura y espesa visión en Lash y luego fue a por la inmensa cama de dosel ocupada y la amplia sala.
-  eres un hijo de puta, ¿largarte por cuatro? ¿Solo? –  soltó sin preámbulos.
- la 106 es tuya hombre, déjame en paz – le respondió Lash. Lo que contaba era que en el rascacielos habían hecho el equipo y pateado los culos del montón de mierda y ahora tenían a la chica a salvo. – además, la otra chica también está bien, ¿de qué te preocupas? –
No es que alguno de los dos acostumbrara a salvar vidas y hacerse de chicas con es facilidad, pero vamos, era una oportunidad para Lash, siempre había estado a la sombra y trayendo muertes, mas aún cuando Thor había sido sacado del camino y había quedado él en el lugar, en los mercados y las comunidades se decía que el chico había sido maldecido o algo, Lash se iba por lo fácil y no preguntaba, no suponía. Tenía suficiente de sí mismo y era cosa de dejar al demonio vivir su vida y que lo dejaran vivir la suya.
Así es como había sobrevivido.  Ahora con Messia  y sus malditos tratos esa posibilidad de sobre vivencia disminuían, cristo, eran casi nulos, pero no se daba por vencido, si la chica vivía y completaba el trabajo, con el regreso de Thor Caleb tendría un respiro.

Cuando Messia se había prácticamente aparecido frente a él en esa sala de torturas y le había ofrecido su libertad… claramente no había oído muy bien las condiciones de uso y las posesiones que reclamaría esta si no se cumplían, de igual manera había aceptado que lo soltaran. La mujer se había esfumado ante suyo y había dejado que Lash creyera que había sido un sueño por los diez minutos que había tardado en exterminar cualquier rastro de los guardias.
Luego había sido libre y con una terrible deuda que saldar.
Messia quería sangre, sangre tendría, almas, ya le había dado suficientes, mujeres vírgenes, le llevaría a todas las que encontrara moribundas menos la que estaba en su cama.
Kate no tendría ninguna dueña sádica. 
-          ¿qué hiciste con la chica Thor?, era un diablillo bastante útil –
Thor gruñó estudiando la protección del hotel.
-          eso no te importa –
-          joder, apuesta a que no, te tiene atormentado amigo – lo que sí era de su incumbencia. No se podía trabajar con un tipo en el inestable estado de Caleb a menos que esperara una masacre a nivel mayor, dios sabía que el demonio fácilmente era un arma mortal sin estar descompuesto por una reciente caída desde el mismo Irbir. Era el mejor en su clase, eso hasta Lash lo reconocía abiertamente.
-          En su vida, como tu y yo en la nuestra –
-          Seea, pero en NUESTRA vida no está permitido los extras, ni las personas – hasta la vida misma no  es bienvenida.  
-          ni hablar, no nos recuerda –
No pudo evitar levantar las cejas y estudiar al colega. Borrar la mente de un demonio era incluso para un tipo como Caleb, complicado y con un porcentaje de fallo bastante alto.
-          ¿no nos recordará? No me lo trago, ella no era un simple demonio –
-          No lo hará, punto Lash, maldición eres un grano en el culo – rezongó Caleb dirigiéndose hacia la cama.
-          Aléjate de ahí, Thor –
-          Jodete – Lash estuvo en un santiamén situado junto al tipo y mas que dispuesto a plantarle de lleno un puñetazo si hacía el mas mínimo de los intentos con Kate. Había oído de lo raro y lo no tato, pero su antigua competencia y ahora colega de trabajo era el mayor de todas esas anomalías.
Kate semi resplandecía al mismo tono de la mirada gris pálida del hombre mientras la observaba ceñudamente. 
-          ¿qué coño? – preguntó impaciente y molesto como el infierno luego de un minuto en que Thor parecía transportado y fuera de sí.
-          La chica, es del Parque Oasth –

……………..

Cuando la mala suerte estaba echada, era un fastidio imponente de lo más cabrón.
Ley valer pateó una piedra antes de encontrarse con el embaldosado de la entrada de su casa.
Gimió de ver las pequeñas sombras danzantes a su alrededor y apuró la cerradura para encontrarse entre las cuatro paredes de su hogar. La noche había sido agotadoramente larga, a su parecer, extraña y borrosa.
Lo ultimo claro y que podía traer a colación sin un insoportable balanceo de su cordura y el hecho de que el dolor era suficiente sin esforzarse en sentirlo, era que había salido de patitas hasta el callejón y en la oscuridad, para su disgusto había chocado con algo que la había dejado nocaut.
Fuera del juego por lo menos una media hora, se había saltado descaradamente el turno, y ahí estaba, a sabiendas que con esta falta sería despedida y quien sabe donde iría a encontrar trabajo.
Además olía a rancio.
Paseó a oscuras por el corredor principal, la cabeza le estaba martilleando y dolía como el infierno. Al llegar a la altura de las escaleras se detuvo y sopesó la idea de visitar la alcoba de Mel. Hacía mucho tiempo que no subía. Con el ajetreo de Importnum y Mel en el hospital, poco le había quedado para dormir, menos para pasearse cómodamente en un lugar en que incluso ella, que no le acojonaba cualquier cosa, debía temer.  
La puerta dio un gemido al cerrarse tras de ella. La oscuridad de la cocina atrajo su atención, mas bien el café y los emparedados que habían en el calentador.  Su estomago rugió ante la mención de comida.
Bien, ahora es cuando tenía que reír o llorar de felicidad, en cambio sentía un desastroso dolor de cabeza y su cuerpo se asemejaba a un helado en proceso de deshacerse, frió y muy inestable. 
Se acurrucó en el taburete y abrazó sus rodillas, esto se le estaba escapando de las manos, por una parte ya no estaba sola, si, pero por la otra su peor lado estaba resollando y mas cerca de salir que nunca.
Tantos años luchando por ser normal, ¿qué diablos significaba eso para ella?, nadie era capaz de hacer explotar cosas con solo quererlo, Ley sí, eso no era ni remotamente común, esa bazofia tarde o temprano acabaría con su juicio.
Suspiró temblando levemente mientras su sistema nervioso ponía su funcionamiento a todo dar.
Inhaló y exhaló, una y otra vez, Larixi Evey Valer iba a poder con todo, era una jodida rara y lo sobrellevaría, nada podría desquiciarla, no ahora ni nunca, Jane lo creyó, Mel siempre confió en ello, era hora de que Ley lo afrontara, estaba hecha para otro tipo de cosas, no las convencionales ni las humanas, debía creerlo, confiar en si misma.
Se irguió despejando su mente y atendiendo a la fuerte combinación de olores que le llegó desde la pequeña abertura del medidor.
Le pareció escuchar la puerta principal abrirse y eventualmente cerrarse en esos penosos quejidos de casa antigua.
Se restregó los ojos pensando en lo loco que resultaba todo cuando se estaba tan cansada… las cosas que se llegaban a ver incluso en plena oscuridad y con un sueño devastador… la visión de los arboles reflejada en las paredes de su casa… la vida nocturna entre las copas y a  los pies de los álceles… los olores de el exterior mezclándose con los de su casa.
La manera en que se sentía… no estaba bien.
No del todo.

Sus manos tocaron ambos costados del corredor, captando el leve y desconocido aroma de la casa.
Lenta y precavida subió hasta la segunda planta. Las esencias distintivas se arremolinaban en sus fosas nasales, aquí había estado alguien, no es que le importara si entrara o saliera la de la limpieza o el electricista. Ellos no tenían un aroma que los distinguieran de la manera en que lo hacía… bueno, algo que no encajaba en el mundo.
Con una mueca intentó recordar porqué es que un simple olor llamaba su atención, porqué el olor en el que estaba impregnada traía a su mente mas neurismas y la sensación de que algo significaban.
En lo alto de la escalinata las sombras se escabulleron muy parecidas a formas humanas. Ley despertó sus sentidos y dejó que la confusión fuera reemplazada por el instinto y la verdad de que NO estaba sola.
El primer foco, justo frente a ella se apagó impidiendo que la distinción entre sombras fuera cosa posible.
El segundo fue el de su propia casa dejando a oscuras la entrada y todo lo que por ella se apresurara a ingresar. Ley aspiró y votó el aire. Ya no recordaba sus confusos pensamientos de hace un momento, porque de alguna manera tenía la convicción de que estaba en lo cierto. En la habitación se intensificó tal cosa de los aromas en una mezcla de especies oscuras y picantes. Menta y alfajor. 
Fuera el viento susurró confidente, la luna en su magnitud favoreció a Ley y dejó que viera las menudas y escurridizas formas danzantes entremezclándose con los árboles tras su casa y la misma oscuridad de la noche.
Un escalofrío le recorrió catastróficamente mientras distinguía cada vez mas las figuras y su visión mejoraba. Esto no debía estar pasando, pensó queriendo parpadear y encontrándose con una negativa interior y la certeza de que si lo hacía, no solo perdería detalles de lo que estaba ocurriendo alrededor de la casa de Mel, sino también perdería sus mejorada capacidad de ver y la forma en que sus sentidos se agudizaban, los sonidos, los olores, todo estaba encima suyo a la vez tan lejos como la reunión improvisada de las afueras.
Debería haber puesto más atención a su propia casa y en la seguridad que le podría prestar una sesión de paredes sólidas, y la incomodidad de estar a oscuras… pero mas tarde comprendería que era una verdadera boba desquiciada y sin cerebro.

La sujeción en su boca y el calor en toda su parte trasera tiraron hacía atrás. Si no fuera porque estaba sujeta por la boca e inmovilizada, hubiera gritado ante semejante tirón y la fuerza con la que la apretujaban.
-          deja de moverte, no haré nada, dios, estate quieta – oyó decir. Comúnmente no era muy habladora y tampoco cabía la posibilidad de que recientemente alguien hubiera hablado así de tan cerca de su oído, pero ante el sonido y el filo de la voz una tela de su adolorida cabeza tiró y tiró sin piedad. 
-          Mira hacia fuera  – ya lo había hecho… solo que la vez anterior las formas no habían estado tan condenadamente definidas y no había alcanzado a ver, ¿qué era eso?  Ley sofocó un grito y quitó la vista de las depravadas y demenciales caras pálidas.   – gritas y ambos seremos presa fácil para una veintena de esos –
Ok. Ok.
Paseó la vista en la pequeña habitación del baño y se dio cuenta de la elección que había hecho él. La luz entraba desde el mismo costado que la salita y la ventana era minúscula a comparación con los vidriares de la primera planta y la habitación contigua a esta, que sería la de Mel. 
Así que por ambas cosas corrían menos riesgo ahí que en cualquier otro lugar, eso si descontaba el hecho de que estaba con un desconocido en su casa y sujeta de manera poco convencional.
Otro click asaltó a su mente y derramó un infame dolor en su parte posterior. Algo de todo esto le comenzaba a resultar vagamente familiar y fastidioso como la mierda.
Asintió como pudo pese al fuerte agarre de él y desvió intencionalmente la vista mientras era soltada y puesta de cara al chico. El oooooooooh mi dios, que sobrevino al primer impacto de Ley fue reemplazado por total y macabra desconfianza. ¿Qué jodido diantres hacía él en su casa llevando a un montón de horrendas criaturas a las que no estaba segura de darles un punto por el buen maquillaje o la monstruosa cara que tenían? 
Steph LeClane estaba tenso y erguido frente a ella convenientemente mas preocupado del exterior que en explicar cómo es que el novio de la chica mas popular y  adinerada de toda Thares estaba justamente salvando su culo en la casa de la chica que jamás hubiera movido un  dedo por ayudar a Kesha o alguno de sus amigos, ¡mucho menos al novio, cristo!.
-          dime que esos de ahí abajo están disfrazados – en la penumbra de cuarto de baño dirigió una pequeña y molesta mirada a Ley.
Ella era la chica mas molesta que había conocido ¿verdad?. En realidad no, pensó difilmente dejando de lado a los degradados que le esperaban fuera de esa casa. Por suerte, solo por eso y por que Ley nunca había dejado entrar a un vampiro estaban ambos a salvo.
Kesha era aun más molesta que Ley, Kesha era un cero a la izquierda, esta chica al menos siempre había tenido la inteligencia de su parte.
-          no, demonios, ya me gustaría – le respondió haciendo que Ley dirigiera una de sus miradas furtivas a un puñado que se había adelantado.
-          Bromeas, ¿no? –
Tenía que estar de broma… tenía que estarlo. Ley hundió sus incisivos en la cara interna de sus mejillas. Puede que en algún momento estando sentada y pensando se hubiera quedado dormida… le parecía lo mas lógico.
-          Imposible, Ley. Capaz que no me creas pero estas criaturas son de lo mas reales y… -  un puñado salió persiguiendo a Kate, deberían haber vuelto todos, no podrían haberla atrapado, Alex no lo hubiera realmente permitido, el chico aun reconocía a una de sus hermanas.
La desesperación comenzó a cultivarse en su pecho y su hinchado abdomen.
El responsable de el desastre era él, si algo le pasaba a Kate o a cualquiera de los chicos… dios, las consecuencias eran inimaginables. Para él, para los LeClane.
-          ¿qué?- apremió la chica.
-          Yo no era el único ahí afuera – gruñó admitiendo que había dejado dispersarse al grupo.
-          Maldita sea, steph, ¿Cuántos? –
-          Seis –
¡Tenía que ser un jodido sueño!
Cada vez menos convencida de eso, Ley escrutó a la oscuridad y al único punto donde no encontraría mas de Steph ni de lo que fueran esas criaturas repugnantes.
Piensa Ley, piensa.
Una chica con dieciocho atrapada en su casa con algo así como un enemigo… rodeada de desconocidos que automática e irremediablemente habían pasado a ser MAS enemigos… era una mujer histérica.
Piensa.
Ley no iba a perder la cabeza, lo había decidido antes de que cualquier cosa ocurriera, el problema era el de Steph, no el de ella.
Pero había mas chicos afuera quizá no tan a salvo como Steph ¿eso no significaba que tenía que ayudar?.
 Ley comenzaba a sentirse peligrosamente molesta e irritada. ¿Desde cuando era tan bondadosa?
¿Porqué se preocupaba por un grupo de adolescentes que nunca la quisieron? Eso no era bondad. Ley no estaba muy familiarizada con cosas  buenas somo salvar a chicos…
 Revolvió su cabeza sin importar que esta doliera, algo había, algo se le estaba escapando, kate… el nombre, esas caras horripilantes de los que estaban cómodamente esperando a que saliera… pronto se destaparía, suspiró rendida.
-          ¿estamos a salvo steph? –
-          Por ahora – respondió.
-  Oh mierda, sé específico -
El chico gruñó infantilmente mientras tiraba de Ley hacia el suelo y la obligaba a apoyar su trasero contra el frío embaldosado verde oscuro.
-          bien, el amanecer está cerca, eso definitivamente los dejará fuera del camino hasta la noche siguiente –

No podía creer que el chico estuviera ahí. Ley cogió sus manos y se concentró en ellas y en el bonito anillo que tenía puesto. Curiosamente a lo largo de todo el día apenas si lo había notado, ahora el accesorio había tomado un importante papel en su momento.
Steph estaba frente a ella. El señorito no parecía el arrogante y jocoso de la secundaria, ni el demasiado bonito para ser inteligente.  Era un simple chico metido en un problema.
 Esos de ahí realmente parecían vampis. Lo serio que Steph estaba hacía que el asunto cobrara un carácter grave, delicado y real.

Un escalofrío recorrió su columna mientras eventualmente caía en los hechos. Ley Valer no tenía idea del ser en que estaba convertido, ni cómo, pero si ella era algo que en otro mundo existía, también podían haber vampis y brujas… y dios, estaba volviéndose loca. Realmente demente.
Nada de eso existía. No en su mundo.

-          tu… me odiabas, quiero decir, Ley, eras todo un tornado en la prepa –
Mordiéndose el labio observó el cielo desde donde estaba sentada y la única parte visible sin detestables carachos.
Se encogió de hombros.
-          todos me odiaban, yo hacía lo mismo –
-          no todos – dijo él consiguiendo que resoplara e incluso sacara una cínica risita de Ley.
-          Es tema superado Steph, sé que nadie me quería mas cerca de lo que yo quería también, nos odiábamos aunque fuera cien contra uno –
-           yo no te odiaba –
-          ¿me tenías miedo? –
-          Demonios, no –

Muda e indecisa sorteó la maraña de sentimientos desconocidos que le estaban asaltando. Ella no conocía a la Ley apenada y sensible, ni a la indecisa ni a la atormentada.
Tenía que ser fuerte y madura, eso es lo que esperaban de ella ¿no?.
Además, no le gustaba la nueva faceta que estaba desarrollando, era una chica demasiado débil para su gusto. Inaceptable para su propósito.
-          no importa Steph, ni lo que tu piensas ni nadie, ahora no os veo y estoy malditamente bien así – murmuró muy quieta.
-          Eh, ¿y porqué tan insoportable?, solo quería hablar, pasarás toda una noche conmigo -  dijo él.
-          ¿uh?, Tú pasarás la noche en mi casa y conmigo – corrigió ley. 

          





(luego lo termino)

chicas!!
comenten, critiquen, sugieran y muchas cosas mas... siempre hay que estar abierta a nuevas posibilidades. 
es mi libro... 
 les estaré entregando los capítulos a medida que vaya pasando el tiempo. 
las estaré esperando para que me visiten y dejen su historia. O parte de ella.





21 comentarios:

  1. Espero los siguientes capítulos !! =)

    ResponderEliminar
  2. Ya, lo he leído varias veces, me da no se que criticarte, no me siento una experta en el tema, solo que me encanta escribir...
    Mira si me permites lo dividiré en partes, la sinopsis muy buena, profunda, incita a seguir leyendo...( en general el vocabulario es muy amplio por lo que enriquece mucho el texto)
    Tuve un poco de problemas con el prologo...como que me salí, de la sinopsis, a diferencia del primer capitulo que me encanto, como desarrollaste la historia de la chica, y su madre... ( eso si, el párrafo del hotel y los guarda espaldas, me corto la inspiración con la chica, cosa que logre retomar luego) te escribo todo esto, por que escribes al igual que yo, y por lo menos a mi me gusta que me den opiniones, espero que no te molestes, es netamente lo que percibí, sin embargo en general el texto me encanto, como te dije tienes muchas herramientas, que estas utilizando a tu favor...
    Esperare los próximos capítulos, creo que ahí quedara mas hilado aun, =)
    muchas felicitaciones y abrazos por montones..
    PD: tengo escritos anteriores, no son precisamente libros, pero son pequeños estractos, son cortos así que te invito a leerlos, y a darme tu opinion
    cuídate mucho, y nos estamos leyendo

    ResponderEliminar
  3. nunca me molestaría por una critica tan bien planteada como la tuya... que alguien me ayude a hacer mejor el trabajo que me apasiona es una completa felicidad.
    eso va para todo quien alguna vez visite este rincón de infra y tenga algo que decir.
    les agradezco de antemano...
    atte
    ebb.

    ResponderEliminar
  4. Como vas a dejarme ahiiiiii!!!!!!!!!! T_T yo leyéndome too, tragándome la historia, empapándome de ella... y suas!

    La historia es genial, como ya te han dicho usas un vocabulario exquisito, no difícil de entender pero si muy expresivo, le das cara a cada sentimiento, porque puedo imaginarme a las personas, y también puedo ver lo q están sintiendo, y eso me gusta. He leído muchos fics, porque yo también escribo (claro, q lo hago más para mi misma que para lo demás) y a veces suelo leer fics, q ya no explican sentimientos, solo hechos, y hay más conversación que 'acción'.

    Me has sorprendido enormemente y espero con muchas ganas leer lo q tienes q dar, así como espero que pronto publiques el libro, q estaré gustosa de comprarlo ^^.

    Mis felicitaciones, y estaré esperando lo que viene. Por cierto, si aun no tienes una portada para el libro, permiteme el atrevimiento de hacerte uno. Suelo hacerle las portadas a algunas personas que escriben por su cuenta, y en serio...necesito hacerte la portada. Tu historia es fabulosa.

    ResponderEliminar
  5. Genial guapa, dame una sinopsis, o una idea de lo q quieras q vaya en la portada: Ejemplo, mi libro se llama 'Dos patitos' y necesito q pongas un lago hermoso, y dos patitos en el medio. (claro q es es muy especifico) Pero dame una idea de lo q quieres, la sinopsis, y por si me sugieres a alguien para ponerle en la portada como tu personaje principal, (descríbemelo si no tienes sugerencia) ^^.

    Pues eso, muchas gracias por permitirme hacerte la portada!

    ResponderEliminar
  6. YA ESTA EL SEGUNDO CAP!!
    ESPERO MAÑANA ESTAR HACIENDO EL TERCERO YA!!!

    BESOS PARA TODOS!!
    ARAVIS, GLAD, NO SÉ QUE SI SEGUIRÍA PUBLICANDO SI USTEDES NO QUISIERAN LEER LA HISTORIA, ME ENCANTA,PERO NO SÉ SI A LOS DEMÁS TAMBIÉN!!

    GRACIAS DE ANTE MANO POR VISITAR, LEER Y OPINAR, ESPECIALMENTE EN ESTA PAGINA!!

    PS: DEDICADO A UN GRAN AMIGO. DE UN MUNDO OSCURO.
    PARA TI SOUL.
    POR TU AGRADABLE COMPAÑÍA.

    ResponderEliminar
  7. OMG! Que sinopsis!! Me compraste nada mas termine de leerla. Por el prologo y el primer capitulo, que lenguaje mas rico con el que escribes! Es cierto que a veces sentí que iba un poco lento pero eso lo entiendo, es que apenas la historia empieza!! Sigue, sigue que ya estoy enganchada!!
    Felicidades, tienes muchisimo talento!

    Bsos.

    Muchas gracias por el premio, lo prondré en el blog con muchisimo cariño T_T!!

    ResponderEliminar
  8. SI REALMENTE SI KE ESCRIBES LINDO, COMO TODA UNA GRAN ESCRITORA...
    NO ERA NECESARIO LA DEDICATORIA AÚN ASÍ MI ALMA TE LO AGRADECE DEMASIADO...
    UN GRANNNNNNNN BESOOOOOOOOOOOOOOO.....

    ResponderEliminar
  9. UUUUUUUUU!!!!!!!!!me encanta la sinopsisssssssss!!!!!!!
    ahora mismo estoy haciendo unos trabajillos y casi no tengo tiempo para leer nada, pero en cuanto los acabe empiezo con tu historia, porke me a entrado el gusanillo por saber de ella!!
    ajajajja
    besitossssssss y sige asi!!!!

    *Aira*

    ResponderEliminar
  10. UF!!
    SON LAS CUATRO DE LA MAÑANA Y GRACIAS A UNA GRAN TAZA DE CAFÉ Y UN PEQUEÑO SUEÑO EN LA TARDE HE CONSEGUIDO, EN EL SILENCIO Y CONCENTRACIÓN QUE ME PROPORCIONA LA NOCHE, TERMINAR EL TERCER CAP Y UN PEDACITO DEL CUARTO.
    ESPERO QUE LO DISFRUTEN!!

    PD: QUE TAL EL NUEVO DISEÑO DE INFRA?

    ResponderEliminar
  11. Evei, me he perdido... hombre! q me he leido los caps nuevamente, y me he perdido en el tercer cap... ¿quien es demonio?, ¿que es Ley?, ¿el tio con la catana se llama caleb porque despues aparece como Thor?, vas a tener q explicarme, llevo dos días sin dormir... y juro! q mi cerebro no da para más...pero vas a tener q explicarmelo.

    Por otro lado, este finde te hago la portada...necesito dormir, asi que seguro q despierto el sabado, y ahi te hago la portada.

    ResponderEliminar
  12. Ya me paso para ver el avance!! Como me lo esperaba esto promete y mucho!!
    Sólo una preguntita eve, la historia va a ser +18?? Digo para k no me agarre desprevenida una escenita por ahi candente XD jaja

    Seguiré pendiente de tu historia, me llevo los capis para releerlos en casita con tranquilidad;D!!

    Bsitos.

    ResponderEliminar
  13. hagsdhgasj chicas mas atencion!!!
    demonio son todos ellos.

    ahí va. la protagonista es LARIXI EVEY VALER. mas conocida como Ley.
    y el protagonista es THOR CALEB.
    o caleb.

    los otros dos.... son el avance para la próxima historia.
    lash y kate.

    ResponderEliminar
  14. lo de CANDENTE O NO... tal vez si.... tal vez... jo, claro que si, aunque no muy detallado.
    pero sin duda lo mejor posible.
    besos glad.
    besos priss.

    ResponderEliminar
  15. Hombre! no te molestes.. ya te dije q voy sin dormir! (y con este ya son 3 dias xD) sufro de insomino, y eso se esta llevando mi poca cordura!!! ¬¬

    Apuntado! Ahora si pillo todo. ^^ Esperando por más, eh?

    ResponderEliminar
  16. Debo decir que he avasando poco , pero relmente me ha gustado, es muy autentico. me ha capturado altiro, voy a seguir mas tarde. y te comento que tal. pero realmente, esta buenisimo.

    ResponderEliminar
  17. Me gusta evie, me gusta bastante. Hasta ahorita me agrada mucho Ley :D, creo que tiene mucha personalidad la chica (como decimos en mi tierra: chikita pero picosa XD), no es tan impresionable vdad? jaja Y lo de la escenita candente, estoy segura de que lo harás con muy buen gusto. Sigue escribiendo que se pone mas interesante.


    Gracias por siempre pasarte por el blog.
    T mando 1000 Bsos jeje :D!!!

    ResponderEliminar
  18. las amo a todaaaaaaas!
    jo, ani, espero tus criticas!
    priss, gracias por todo linda!

    ResponderEliminar
  19. uh! oh!
    chicas... para cualquiera que luego se pase por esta partecita del blog, les pido perdon por la tardanza.
    está el fin del cuarto y el quinto cap completo ya.
    besos
    BESOS!

    ResponderEliminar
  20. te haz esmerado mucho y admiro eso de ti jejejeje a veces suelo ser malo con los comentarios y no sé ke decir solo espero ke sigas siendo esa persona tan maravillosa que le gusta escribir y ke jamás pares de hacerlo TKM...
    mmmm ¿ y esos ojos ?

    ResponderEliminar

suspiros